Galileo
trabajó al principio del siglo XVII con las primeras lentes fabricadas con
cristal veneciano, apuntándolas a la Luna para observar su detallada
textura, sus montañas y el verdadero aspecto de las fases debido a
los efectos de la sombra natural debido a su posición respecto a la Tierra y el
Sol.
Entonces
Galileo hizo lo mismo con Venus en 1610, a pesar de estar a una distancia
mucho mayor, dibujando también su aspecto en unos preciosos grabados que muestran
sus fases como un círculo a veces completo, a veces en fase creciente o
menguante.
La
única explicación lógica posible era que Venus era otro planeta que
trazaba una órbita alrededor del Sol, algo que para nosotros es casi
completamente obvio pero que en aquella época resultó ser toda una revolución
que cuestionaba los cimientos de muchas de las creencias tradicionales.
Galileo
confirmó que vivimos en un sistema solar heliocéntrico, algo que
ya anticipara Nicolás Copérnico en su De
Revolutionibus Orbium Coelestium («Sobre las órbitas de las esferas
celestes»).
- No hay
centro del universo
- La
Tierra no es el centro del universo
- El
«centro del universo» está cerca del Sol
- La
distancia entre el Sol y la Tierra es insignificante comparada con la
distancia entre estrellas
- La
rotación de la Tierra es la causa del movimiento aparente de las estrellas
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